Barberino Val d'Elsa

El domingo por la mañana, una vez que hube terminado de colocar en el apartamento de "Chianti Hamlet", en el que resido ahora, la enorme cantidad de cosas que he ido "recopilando" desde que estoy en Toscana, me fuí a visitar la cercana y encantadora localidad de Barberino Val d'Elsa, en la zona oeste del territorio de Chianti, concretamente donde se producen los extraordinarios vinos de "Chianti Classico". De manera que iba exultante no sólo por descubrir el pueblo sino, además, pensando qué vinito buenísimo me depararía la suerte.

Barberino Val d'Elsa es una localidad pequeña rodeada aún de murallas medievales y que conserva estupendamente las características de la época. Es muy conocida, no sólo por su importancia agrícola, basada en la producción de sus archifamosos vinos y de aceite de oliva virgen extra, sino por haber obtenido, en 2003, "La Bandera Naranja", que es una especie de "medalla al mérito" que se concede a las poblaciones que mejor hayan sabido combinar una buena actividad turística con el cuidado del medio ambiente. Os podéis imaginar la gran cantidad de localidades que concursan en ese certamen anual y, sin embargo, la pequeña Barberino fue la entonces elegida.

Por lo que he sabido, la historia de Barberino es muy hermosa, pese al acontecimiento trágico que, a principios del siglo XIII, impulsó el crecimiento de su población y, por lo tanto, su desarrollo económico y social.
Cerca de la entonces aldea se encontraba la poderosa Fortaleza de Semifonte que se consideraba autosuficiente y libre como para tener que someterse a los embites de Florencia, que llevaba tiempo pretendiendo integrarla en su área territorial. Por lo que un buen día los soldados, artesanos, campesinos y demás hombres de la fortaleza se pusieron en camino hasta Florencia y, cuando hubieron llegado a los muros de la poderosa ciudad, corearon todos a una: "Fiorenza fatti in là, Semifon diven città" lo que equivaldría a: "Florencia échate atrás, Semifon es una ciudad".
Tal cual lo menciona Dante en la "Divina Comedia". Lo he comprobado, pues de puro conmovedor pensé en un primer momento que se trataba de una leyenda.
A los florentinos el tal plante no les hizo ni pizca de gracia por lo que en 1202, sitiaron la fortaleza y, después, la devastaron. La población que logró sobrevivir se exiló en Barberino y contribuyó que ésta fuera pasando de ser una aldea a convertirse en pueblo.

Hablando de Dante: En 1264, nació en Barberino el célebre poeta Francesco da Barberino quien llegaría a ser uno de sus mejores amigos, compartiendo con él su exilio de Florencia.
En la plaza mayor de Barberino, cuando vengais aquí, podréis contemplar la bellísima estatua que el pueblo ha dedicado a su hijo predilecto.

Tras darme un buen paseo por su graciosas callecitas, estuve visitando la iglesia de origen medieval, pero que ha sufrido varias transformaciones a lo largo de los siglos. No obstante, merece la pena visitarla aunque no sea más que por tener el placer de observar los bellísimos frescos que contiene. Sobre todo, "El banquete en casa del fariseo" del siglo XVI, obra de Domenico Cresti, apodado "Il Passignano".
Luego me fui al "Palazzo Pretorio" que tiene una fachada renacentista, impresionante, en la que sobresalen 35 escudos de armas de ilustres familias florentinas.

Como ya era la hora de comer - para ser exactos, más bien la hora española que la italiana... - y me encontraba en el centro del pueblo entré a comer en el "L'Archibugio" que es un restaurante alegre, con mucho encanto. Está especializado en pizzas y pastas y, por lo visto, siempre está de bote en bote, pero como aquí se come temprano, y ya eran casi las dos y media, tuve suerte y encontré una mesita. La pena es que hiciera frío y el día estuviera lluvioso pues, de lo contrario, me habría sentado en la preciosa terraza panorámica que tienen.
Me tomé una pizza con setas de bosque (boletus) y mozzarella que ni cabía en el plato ni los ojos conseguían abarcarla. Eso sí, estaba tan sumamente deliciosa que no dejé ni el "cornicione" (la corteza churruscada de alrededor). Para beber, me ofrecieron un "Chianti Classico" joven de la casa, procedente de los viñedos de Barberino, en una frasca pequeñita y preciosa que, lamentablemente, no me cupo en el bolso pues, de lo contrario, confieso que me la habría llevado sin pestañear. Qué poco pudorosa soy ¿Verdad?
Después tomé un trozo de tarta semihelada de biscuit de castañas y una tacita de café. La tarta era casera y estaba exquisita. Me invitaron a una copita de licor de avellanas que bebí en honor de Francesco da Barberino.
Tras pagar unos 18 euros me fuí a echarle un vistazo a la "Capilla de San Miguel Arcángel".

La Capilla está situada en el pueblecito de Poggio di Petrognano, donde estuvo la Fortaleza de Semifonte. La capilla es de una belleza increíble. Tiene una cúpula octogonal, prácticamente igual, sólo que mucho más pequeña, que la de la Iglesia de Santa Maria del Fiore de Florencia. La diseñó el celebérrimo arquitecto Santi di Tito, en el siglo XVI.

¿Qué si Barberino Val d'Elsa es un sitio encantador, en el que, además, se come y se bebe de maravilla? ¡Pues claro!. Esa "bandera naranja" no se le conceden a cualquiera.

Sylvia

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