Bibbiena, patria chica de Bernardo Dovizi: Cardenal y humanista del Renacimiento

Este martes hemos estado en Bibbiena. Llegamos sobre las 2 de la tarde y regresamos por la noche, después de cenar.
Desde que han llegado Antonio y Miguel, hemos decidido jugarnos "a los chinos" los lugares, ciudades, etc., que visitamos a diario. Mañana regresan a Madrid y les va a quedar tantísimo por conocer que no es cuestión de sumergirse todos los días en el oceáno de la duda...
Me conmuevo cuando pienso que, después de tantos años, seguimos conservando los rituales y la complicidad de nuestra infancia y adolescencia.

Bibbiena, situada en el territorio de Casentino, es la ciudad más importante de la provincia de Arezzo.
De asentamiento etrusco pasa en la Edad Media a ser un fuedo que, a causa de su priviligieda situación estratégica estuvo, desde el siglo X, permanentemente contendido entre los distintos gobiernos de Florencia, Arezzo e, incluso, de Milán.
Después de siglos de hostilidades que terminaban en batallas encarnizadas, asedios, asaltos y demás barbaridades, a finales del siglo XV, queda en poder de los Medici hasta la extinción de esa dinastía.
Es entonces cuando entra en escena, con el papel principal, el hijo más emblemático de la historia de Bibbiena: El Cardenal Bernardo Dovizi, que nació allí en 1470 y moriría en Roma en 1520.
Aquí tenéis su retrato, obra de Rafael.
Eran los tiempos del Papa León X y Dovizi había sido su secretario y más tarde llegaría a ser el representante diplomático del Pontífice en Urbino y en Francia.
Bernardo Dovizi fue un hombre de extraordinaria inteligencia y un brillante humanista del Renacimiento, con especial inclinación por la literatura. En el campo de la dramaturgia escribe una sola obra, la comedia bufa "La Calandria" de estilo boccacciano. La obra, si no temáticamente revolucionaria sí lo fue en cuanto a la forma, ya que es la primera obra de teatro en prosa que se escribe y se representa en Italia.
Desde el punto de vista escénico también revolucionó el teatro de la época, al ser el primero en "descubrir" la hasta entonces desconocida "Escena de Ciudad" de carácter prospectivo, en la que aparecen bastidores con diseños de la ciudad en la que se ambienta la obra. Asímismo, entre un acto y otro, hace que se representen los llamados "entremeses", anticipándose así al nacimiento del melodrama.
Por otra parte, en Bibbiena ejerció una labor ejemplar, constituyéndose en el interlocutor válido entre el Papa y el Gobernador de esa ciudad, logrando para la misma una serie importante de privilegios que le permitierieron ir saliendo airosamente del estado casi ruinoso en el que se encontraba, después de siglos de tropelías.
Estuvimos visitando todo el centro histórico, muy grande, para una ciudad que hoy tendrá unos 15.000 habitantes, y muy bien conservado.
Hay muchos edificios, de distintas épocas, de alto interés histórico y artístico. Probablemente sea la ciudad de Casentino que más arte contiene.
Entre los monumentos que pudimos visitar, los que más nos impresionaron fueron el Palazzo Dovizi (la residencia del Cardenal) del siglo XVI; La Iglesia de San Lorenzo, del siglo XV, que es en sí misma un museo por el elevado número y la categoría de las obras de arte que alberga: De los Della Robbia, de Jacopo Ligozzi, de Bicci di Lorenzo, hasta una tabla unívoca de Cola di Lorenzo; el espléndido Oratorio de San Hipólito, del siglo XII, restaurado en distintas épocas, que fue la Capilla del impresionante Castillo de los Tarlati, del que aún se conservan un torreón y una puerta de acceso y el Santuario de Santa Maria del Sasso, a las afueras de Bibbiena, cuya descripción merecería un capítulo aparte. Sólo os digo que en el territorio de Casentino, repleto de lugares de culto maravillosos, ese Santuario está considerado como uno de los monumentos más emblemáticos del Renacimiento.

A continaución de la larga e interesantísima caminata, mi hermano, nuestro primo Miguel y yo nos fuímos a cenar temprano al Ristorante "Il Tirabusció", situado en el casco antiguo y del que nos habían hablado muy bien. Es un restaurante nuevo, elegante, muy bien cuidado y atendido. Está especializado en comida lugareña, cocinada con refinamiento, y tiene una bodega pequeña, pero muy selecta, en la que guarda los mejores vinos de Casentino, que son de lujo para el paladar y asequibles para el bolsillo.

Empezamos con unos "taglioni" (pasta delgada y estrechita) de patata roja ¡no de harina! con setas de bosque que eran una auténtica delicia. Después, pedimos una "tagliata de vitellone" (unos filetes soberbios de añojo de la zona) aderazados con hierbas aromáticas, cuya calidad y preparación era como para comerse a besos al ganadero y al cocinero, pero, claro, no era el caso...
Antonio y Miguel, que ya os he dicho que no ganan para lo que comen, tomaron de postre un "tortino di mele" (tarta de manzana) con crema inglesa. Probé un poco y os puedo decir que era una obra exclusiva de pastelería casera. El maitre nos aconsejó un tinto de la zona que pertenece a los de denominación "Strada del vino delle Terre di Arezzo". Para que os hagáis una idea de cómo estaba el tal tinto, Antonio y Miguel convencieron al maitre a que les vendiera un par de botellas para llevárselas a Madrid.

Sin contar con las botellas extra de vino, la cena le costó a Miguel (nos convenció que esa noche le tocaba invitarnos ¡Vaya Vd. a saber a santo de qué!) unos 110 euros.

Yo sigo aquí, pero sé que mi hermano y nuestro primo se llevarán a Bibbiena y al Casentino en el corazón y en una talla más de pantalones ...
Sylvia




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